El saco vacío

Desde hace unos años soy consciente de que venimos a este mundo a aprender y quiero hacer memoria de mis lecciones aprendidas. Por un mes viví y hasta sentí el ser madre. Días de felicidad, esperanza, angustia, confusión y hasta miedo, pero en medio de todas esas sensaciones guardaba el deseo de ver y sentir a ese personajillo que estaba creciendo en mí. Sin embargo, todo quedo en deseo.

Un saco vacío y cifras desfavorables en las betas hacen parte de la respuesta que me queda. Ahora soy parte de esas estadísticas que suenan tan lejanas.

Hago memoria de este evento porque este pequeñito segmento de tiempo donde sentí ser parte de este milagro de traer a alguien al mundo me dio unas lecciones que bien valen la pena recordar:

  • La vida es un milagro. Pasar de ser un diminuto puntito es increíble y ser parte de ese proceso es inexplicable. Me hizo valorar este respirar azaroso que algunas veces pensaba tedioso.
  • Estamos en esta vida para aprender y bien aprendí a dejar fluir; existir es ser consciente de cada instante.

Tras la imagen del saco vacío y nunca ver un corazón solo queda la razón del amor. Un amor que abrace en el silencio y sostenga en el dolor.

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